lunes, 28 de julio de 2014

De sororidad y chicas malas





Las mujeres debemos ser solidarias unas con otras,  no hacerle el juego al patriarcado que insiste en hacernos creer que hay dos grupos de mujeres,  las chicas buenas y las chicas malas y que en atención a esos estereotipos debemos ser juzgadas o tratadas.  Esa actitud al único que fortalece es al macho misógino,  al sistema canalla que insiste en juzgarnos conforme a patrones de comportamiento propios de la época en que a las "respondonas" nos quemaban por brujas.

En principio,   las mujeres tenemos vagina,  útero, espiritualidad,  inteligencia,   cuerpo.  Somos seres de luz,  pues podemos parir vidas...¿es más mujer o merece más respeto  quien reza el rosario,  pero escupe demonios,  que quien se prostituye por alimentar a los suyos?,  es más digna de respeto la víctima eterna del maltrato,  que quien dice basta y pone fin al mismo (del modo que sea)? ¿quien es más o menos gente:  la maestra, la pintora,  la soldado,  la ama de casa,  la mantenida, la obrera,  la esposa,  la amante?.

Que triste me pongo cuando una mujer lastima verbalmente a otra.  Triste cuando ofende,  se burla y desvalora utilizando epítetos denigrantes y ofensivos contra otra hembra humana igual que ella.  ¿Con qué cara exigimos respeto del varón,  si nosotras mismas hablamos de otra mujer,  en términos de perras,  putas,  zorras, ratas,  etc.?

Por cuestión de orden,  aclaro,  a mi me han dicho gata (gatita linda), leona, tigresa, loba y una que otra vez,  como no,  zorra o perra y hasta cangreja o  pulga y bicha fea cuando ando destrampada por la vida.

Es por eso que el término bitch o cabrona,  no asusta ya;  de hecho,  mucho color no  hay que darle,   pero de que cabrea,  pues cabrea que te atribuyan polvos cobrados (como los de las sexo servidoras), cuando los hiciste por amor al arte.  Y si de tomar partido se trata,  pues definitivamente entre las chicas buenas,  que supongo,  serán algo así como delfinas,  elefantas,  monas,   osas,  iguanas, etc.  y las malas, evidentemente,  perras,  gatas,  zorras,  etc.,  pues con las malas me quedo.

Tan tonta no soy,  pues considerando que según el decir popular,  las chicas buenas van al cielo y las malas a pasear a todos lados, en consecuencia,  mi elección,  es evidente:  MALA Y PERVERSA HASTA EL FIN.

Debo ser sincera y alegar que en mi caso,  no es que sólo priman intereses bondadosos.  Soy heterosexual y soltera,  En consecuencia,  al estar clara en que los machos TAMBIÉN LAS PREFIEREN MALAS,  aunque muchos digan lo contrario,  no me queda otra,  por lo menos ahora,  que aún pudiendo disfrutar de los placeres carnales,   no he decidido entrar en aquello del celibato forzado.

Otro día explicaré a profundidad en que consiste mi ideal de mujer mala.  Hoy baste decir que para mi,   es la mujer que es honesta consigo, liberada,  que sabe lo que quiere,   que da y recibe lo que es justo en diferentes ámbitos y que ante todo no traiciona su naturaleza,  ni sus necesidades.  Es alguien que no finge por quedar bien.  Es alguien que es auténtica,  aunque ello implique escandalizar al ciudadano común y corriente,  a la iglesia y a los patrones sociales y culturales vigentes,  que se inclinan por patrones femeninos cuasi virginales como el de la madre de Dios,  en contraposición con Lilith o la vilipendiada Eva,  la que no creo que fuera tan mala como nos han dicho.  Mala no,  tal vez pendeja,  por dejarse cuentear por la culebra y encima dejar que  Adán le echara la culpa y cargar con ello por toda la eternidad.

Ahora bien,  como no creo en generalizaciones y si a algún macho no le gustan las malas,  pues a mi,  mala archi convencida,  sencillamente, no me interesa un individuo así.

Dejen la hipocresía señores y señoras.     En un macho-machista,  aunque no me guste,  pues lo entiendo,  miles de años de patriarcado criminal,  no se fuman en pipa.   Entre nosotras,  hermanas lobas,  ni de a vainas..

Urge SORORIDAD  hermanas lobas (o zorras o perras).  Urge respeto,  cariño,  comprensión y HASTA compasión,  si es del caso.  URGE SORORIDAD,  por encima de todo,  para el verdadero empoderamiento femenino,  que no se trata de supremacía de la mujer sobre el hombre,  sino del reconocimiento y la reivindicación a los derechos elementales  de las mujeres.