miércoles, 11 de julio de 2012


Alba roja
De migajas,  puede vivir el cuerpo,
pero no el alma.
El alba nueva se perfila a lo lejos,
y una vampira triste huye  de ella.









Se agotó la geografía de un cuerpo,
en el que un hábil arquitecto dibujaba  la mutua ruta al cielo.
Y aunque la esencia  incorruptible se mantiene,
 nada es eterno, 
sólo la certeza de una temporalidad incuestionable
como antes, 
como hoy,
como seguramente será mañana.
  
De vez en cuando, 
Un cariño hormonal y aséptico, 
por no perder la costumbre,
de los buenos tiempos.
El olor de los amores tristes
insiste en mantener  vigencias crueles,
 igual que la mirada  tierna y cansada 
que se asoma,
 empañando  espejuelos,
que pretenden  esconder  subversivas lágrimas de hastío.

La oscuridad  se aleja
Y con ella la certeza evidente
de que  no se cabe,    aunque se trate,
 en imposibles moldes de perseverancia y paciencia.
La  mariposa irreverente,  es sólo eso:  mariposa irreverente
nunca  fue,  ni será luciérnaga brillante de nocturna senda.

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