sábado, 27 de marzo de 2010

El sueño roto


Anoche, se rompió la burbuja de jabón, que atesoraba un sueño.

Mi sueño, no tuvo la suerte de otras burbujas “más suertudas”, que liberadas a través de esas pajillas que los niños soplan, a veces, luego de ser introducirlas en agua jabonosa, se pierden insurrectas por las nubes y tocan las puertas del cielo.

Mi sueño roto se murió antes de materializarse.

Mi sueño roto, tenía nombre y apellido.

Tenía ojos, boca, cabello, pies, mano, pene, uñas, pelo, bacterias, intestinos, fluidos y todas esas cosas que tienen los sueños de carne y hueso.

Mi sueño roto tenía pensamientos, sentimientos, esperanzas, temores y deseos.

Supongo que mi sueño roncaría, me pelearía un lado de la cama, emitiría suspiros, tendría manías, estornudaría, cantaría, gritaría, mandaría para el carajo a los automovilistas impertinentes y haría sonidos y ruidos que me darían risa, pero que a otra gente, generalmente más grande y seria, tal vez les parecerían extraños.

Pero ya mi sueño no está. Se rompió en menos de un segundo. Y nunca sabré nada verdaderamente cierto sobre mi sueño. Solamente sabré su nombre, su apellido y un par de cosas tontas y superfluas. Por ejemplo: nunca sabré si le gustaba la carne cocida o término medio. Tampoco, si le gustaba más, la lasagna de pollo en salsa roja o salsa blanca. Tampoco, sabré si era alérgico a la penicilina u otra cosa, ni que opinaba sobre la política criolla, ni si era derechista o izquierdista.

Sólo supe que a mi sueño no le gustaban las mujeres con criterio propio. Mi sueño quería una mujer “de” su casa, “para” su casa y “en” su casa. Una mujer que le rascara la espalda y que dijera: “Sueño mío eres lo máximo”, “no vivo sin ti”, “te necesito como al aire que respiro”…y yo no podía decirle esas cosas todavía.

La prueba del paso del sueño por mi vida: un par de fotografías, algunos obsequios caros de él para mi, un poema que le escribí, una tanga rosa perfumada de mi para él, enviada por courier para que le llegara justito el día de los enamorados, una canción de Myriam Hernández y unas ganas, mías por supuesto, de aprender a bailar salsa como los grandes…porque mi sueño, bailaba muy bien salsa, según me han dicho todos…yo nunca pude comprobarlo.

Mi sueño se acabó...a través de una llamada telefónica, como vino, se fue.

……………………

Adios sueño querido…fuistes un sueño muy dulce, mientras durastes. Siempre te voy a tener cariño. Algún día aprenderé a bailar salsa como los grandes y cuando lo haga te voy a recordar de nuevo.

1 comentario:

casper dijo...

Anayansi
Siempre es un gusto visitarte
Un beso