miércoles, 25 de febrero de 2009

Un viernes cualquiera...o Ana y su karaoke en solitario.


El viernes pasado salí de la oficina practicamente al toque y corriendo para llegar a casa temprano y prevenir el descomunal tranque que se veía venir por los días libres de carnaval. Este año habíamos decidido no viajar, ni carnavalear en ningún lugar....las perspectivas económicas no están muy claras y la vuelta a clases está en la esquina.

Llegué a la casa más temprano que nunca y la encontré tan sola y tan triste, que me dieron ganas de ponerme a llorar. Me da rabia conmigo por ser tan idiota ante la soledad.

Ese viernes en particular, todos los habitantes de mi casa, salvo yo, iban a pasar la noche fuera, pues concurrieron circuntancias que así lo ameritaban, pero que en ningún modo eran graves o síntoma de algún cataclismo familiar, para nada, todo estaba bien, simplemente que ese día mi marido y los chicos no iban a estar en casa. Él por cuestiones de trabajo, ellos por que pasarían la noche con su abuela.

Ante mi se avecinaba la expectativa de toda una noche sola...sola sin marido, sin hijos, como no tengo perro o gato: sola, sin perro, sin gato, sola, sin nadie....sola.

En vez de estar exitada y contenta con la perspectiva, sobre todo considerando que me la paso quejando de que nunca tengo tiempo para mi...que vivo resolviendo las vainas de otros...que si la madre abnegada y pendejadas por el estilo, andaba yo con cara de velorio, sintiéndome mal, extrañándolos a todos...

En vez de ponerme un sexy baby doll, prender velas aromáticas, hacerme un facial, un pedicure o algo por el estilo, andaba yo como perro con vejigas, con mi pijama de algodón verde requete usado, en calcetines y buscando el libro, la revista o lo que fuera que acompañara mis próximas horas de soledad. No me apetecía salir...salir, ¿adónde? ¿con quién?.

Al final de cuentas quería dormirme y no podía...quería llamar y preguntar por los ausentes y no me atrevía, no sea que fueran a notar mi ansiedad, se preocuparan o ¡peor aún! fueran a creer que yo no podía soportar pasar un par de horas sin ellos, en fin, ¡yo no sabía ni lo que quería!...y me puse a pensar...a pensar sobre las cosas que me gustan hacer, sea sola o en compañía, para tratar de hacerlas y así pasar la noche....o por lo menos intentarlo.

Llegué a la conclusión que aparte de hacer el amor con el hombre que amo, adoro cocinar para los míos, me encanta tomarme mis traguitos de ron & coke, me gusta cantar en karaoke, hablar con gente interesante, atender mis flores, escribir y leer. Es decir, soy una mujer bastante simple, sin gustos estrambóticos o fuera de lo común, bien fácil de complacer. Lo malo es que todas las cosas que me gustan (salvo cuidar mis flores, escribir y leer), requieren de un número plural de sujetos, porque en solitario, no tienen la misma gracia.

Así y todo decidí intentarlo...puse manos a la obra. Al poco rato de revisar mi despensa, me inventé una "delicia" culinaria para mi sola, nada del otro mundo, pero eso si, algo más de los clásicos huevos revueltos que tradicionalmente hago cuando me da pereza cocinar para mi sola. Para no desentonar puse la mesa bonita, encedí una vela...en fin decidí celebrar algo; y luego de pensar que carajos podía celebrar yo sola, a esa hora y en esas fachas, llegué a la conclusión que tengo muchísimos motivos para celebrar. Empezando por el más importante: ESTAR VIVA.

Siguiendo con la celebradera y como había por allí una botellita "olvidada" de Ron Abuelo, y tenía la infaltable Coca Cola en la refri, me preparé mi clásico "roncito", en su punto, conecté mi karaoke, apagué la mayoría de las luces y cerré las ventanas de la sala de mi casa (no sea que los vecinos pensaran que estaba loca o que tenía una orgía o algo por el estilo).

Y allí estábamos Mi tele, el aparato de karaoke, mi botella de ron, la coca cola y yo, acompañándonos todos en un viernes cualquiera.

Por primera vez en un show de karaoke nadie me robó mi canción favorita, canté canciones que siempre habría querido cantar pero que en público me daba pena hacerlo, pues me salían pésimas, canté las canciones favoritas de otros, sin cargo de conciencia, canté canciones horribles que, jamás de los jamaces había escuchado, no tuve que ponerme en fila, ni guardar las apariencias para que los demás amantes de la cantada no pensaran que yo era "una hambrienta", podía empezar mi canción cada vez que me equivocaba, poner el aparato en "modo amateur" para que me diera puntajes altísimos.... ¡waooo que noche de lujo!...¡Dios, de veras que por primera vez desde que compré el dichoso aparatito ese, lo disfruté..."

A eso de la media noche ya bastante ebria por el alcohol y por el derroche de adrenalina, cansada y contenta, decidí dormir, no sin antes pensar, ahora por diferentes razones, que algunas cosas siguen siendo mejor cuando hay pluralidad de sujetos....






2 comentarios:

Anónimo dijo...

viva el karaoke, el ron y la buena musica, lo familiar es muy hermoso, pero en mi caso quiero de vez en cuando una noche para mi, me alegro que la hayas pasado bien, te faltó cantar my way, besos Ana

Anayansi Acevedo dijo...

Frank Sinatra es lo máximo...y My Way, uno de mis himnos...en Inglés no me sale muy bien, pero mi versión en castellano se deja oir...jajaja. Besos