martes, 17 de marzo de 2009

Garrapatas de emociones...



Dios ha sido generoso conmigo, de eso no tengo la menor duda. Tengo un trabajo, tengo a mi madre, a mi padre, a mis hermanos, unos hijos sanos y buenos, un marido que dice amarme y un montón de amigos y conocidos que hacen que mi vida sea interesante. Tengo dos manos, dos piernas, ojos y el resto de un cuerpo que me lleva y me trae. Tengo una mente "demente" que se inventa unas vainas increibles y que permite que mi vida sea una constante aventura. Tengo una voz, que con los años se hace más tenue, pero que cuando es necesario, brota con toda la fuerza de un clarín marcial. Tengo este espacio en el que escribo y me desahogo y tengo un pequeño, pero fiel grupo de lectores que comparten conmigo estas letras locas.

A pesar de contar tantas bendiciones, también cargo a cuestas un saquito de miserias (lógico: todo no puede ser bueno). Entre estas miserias (o bruscas en el café) puedo señalar que me hartan (cabrean, emputan o molestan) la vida aquellos que en circunstancias normales se la pasan buscándole siempre la quinta pata al gato. Es claro que hay situaciones que ameritan la búsqueda minuciosa de todas las posibilidades a fin de descifrar un enigma. Los médicos deben descartar todas las hipotesis antes de establecer un diagnóstico certero. En el medio jurídico donde me relaciono ello es lo normal. De hecho creo que para un buen abogado, los razonamientos alcanzados a partir de "ponerse en el lugar de la contraparte" hacen que uno no se bloquee, lo cual permite obtener una visión más amplia sobre un tópico determinado.

Sin embargo yo no me refería a eso, sino a la rabia que me producen los que viven en una eterna queja o que lo polemizan todo: que si llueve es malo, que si no llueve también; que si hay agua, tiene tierra, que si no hay agua, es malo también. Se trata de seres que viven con una eterna nubecita negra de acompañante (con rayos y truenos incluso), la cual lamentablemente alcanza con sus efectos desmoralizadores a los que tenemos la mala suerte de estar cerca.

A esa gente, yo les digo garrapatas de emociones, porque son como el bicho ese que chupa sangre y que se infla con ella, hasta casi reventar. Esos engendros humanos le chupan a uno la alegría, las fuerzas, las ganas de progresar.

En los trabajos, son los clásicos imbéciles que nunca quieren ir a seminarios de capacitación, "porque esos tipos qué me pueden enseñarme a mi...por favor..., si yo tengo "sopotocientos" años de estar aquí...yo debería darle clases a ellos" (a pesar de que viven quejándose que la empresa nunca se preocupa por la superación del personal); son los que si alguien te piropea algo de tu apariencia, siempre buscan la forma de aguarte la fiesta, ejemplo: "Fulanita, que blusa más linda", el garrapato irremediablemente meterá su cuchara y susurrará, siempre sutil, como quien no quiere la cosa "...lástima que el color verde te haga parecer tan pálida y desencajada"... ¡¡¡Soberanos cabrones es lo que son!!!

Yo tengo una "suerte" para toparme con esos vampiros. Ahora bien, desde que estoy con mi campaña "La nueva Ana, más mansa y menos mensa", sencillamente no me dejo y voy "parkiando" brevemente a las garrapatas (pues pa' venenosa aquí 'ta la misma mama grande). Sin embargo, por más que me las tire de "ácida" la verdad sea dicha: si me afectan los desplantes.

4 comentarios:

Vico dijo...

me gusta el término garrapates de emociones...hehe tal cual!

Anónimo dijo...

Estas cargada en tu mejor faceta, yo creo que a uno siempre le afectan los desplantes por eso hay que cortarlos especialmente a esos seres negativos, mientras menos estes con ellos, menos oportunidades tienen, besos querida Ana, te cuento que estoy estudiando Derecho a mi edad, soy un vicioso del estudio no? voy por Romano ja!

Leskal dijo...

Al comenzar el relato pensé que estabas hablando de mí, pero te juro por todo lo que considero sagrado, que jamás me atrevería a andar fastidiando a una persona sensata, sensible, original, y sobre todo amable. Yo tengo mi nube negra cuando estoy a solas y con los demás soy de lo más agradable.
Una vez, un amigo, me dijo que las ofensas o insultos son como regalos que decidimos aceptar o no. Ese entonces no entendia lo que me decía. Ahora sí, y mi estrategia, envés de amargarme o violentarme es reaccionar de manera inesperada.
Me funciona. No sé como explicarte esto pero básicamente mi consejo conífero, es que enojarte o sentirte mal es precisamente lo q busca el ofensor, así q mejor haces algo q él o ella no esperan. Al principio es difícil, se tiene que fingir pero con práctica uno empieza a notar q esas cosas te empiezan a valer madre.
Si no de todos modos te queda mostrarle tu puño o, reírte en su cara o, meterle una bomba en el coche porque, la violencia en defensa propia, no es violencia. Es broma, no, va en serio, no, broma, no...
Un beso y mejor suerte en tus días, siempre tendrás este espacio para saber que hay quienes comparten tus miseria.

Anayansi Acevedo dijo...

Vico, gracias por leerme, espero que estés mejor...y que siga la fiesta amiga.

Nadie: Mi apreciado amigo ¡Que felicidad saber de ti! y más enterándome de tan gratas noticias...yo acá en la distancia en lo que te pueda colaborar con tus clases: a la orden...ah, y no para asustarte, pero échele ganas al romano, es la base de nuestro Derecho Civil (y te cuento que fue la única F que tuve en mi carrera, luego rehabilité a B...pero me costó muchísimo, pues mi profesor era bastante exigente). Abrazos amigo

Leskal: Definitivamente que lo que me dices respecto a las intenciones de los "garrapatos" es cierto, generalmente yo los ignoro, pero me he percatado que a veces es necesario contraatacar, pues si no lo agarran a uno de pendejo. Lo jodido del asunto es que es sumamente desgastante...pero ahí vamos. Gracias, como siempre, por tus atentos comentarios.