miércoles, 1 de abril de 2009

¡Auxilio!: "Lapsus mentis"

Tomás Hobbes señaló en su momento que "el hombre es el lobo del hombre", en general es una sentencia que se aplica a para determinar que el propio humano es el principal enemigo de la sociedad, del progreso, de todos los seres humanos: hombres y mujeres mujeres, sin distingos, lo que justificaba la creación de un Estado autocrático.
Sin embargo, creo oportuno, a propósito del tema de fondo, que bien pudieramos considerar que muchísimas veces "la mujer es la loba de la mujer" (ojo: que no enemiga del hombre, del macho, del varón... sólo de las demás féminas).
Definitivamente que en muchos aspectos en la época de mi abuela las cosas eran más sencillas para las mujeres. Entiendo que el "sumun" de la satisfacción personal de cualquier mujer que se preciare cuerda y decente, perteneciera a la clase social que fuera, lo constituía el vivir intachablemente, casarse "de blanco", obviamente virgen y con el mejor partido (entiéndase con el tipo más guapo, culto y con el mayor chen chen posible que se encontrara una).
La mujer se tenía que acoplar a su papel "cuasi sagrado" de compañera del macho y sacerdotisa de la especie humana, parir todos los hijos que "el buen" papa Dios le mandara, no inmutarse, ni "emputarse" si el marido le ponía a una, tremenda cornamenta en la cabeza, como la de la canción del venao; y si acaso, limitar su patrimonio cultural a unas pocas artes y ciencias. En cuanto a literatura, sólo algunas útiles obras: la biblia, cocina, poesía cursi, dulzona o religiosa y en cuanto a lecturas, una selección muy escogida (nada sexual, político, revolucionario o controversial, por supuesto). Mientras más se ascendía en la pirámide social, más fácil era vulnerar las reglas, pero las ataduras de género estaban allí, subsistiendo.

Claro que, como buenas hijas de Eva "la pecadora", siempre habían insurrectas que no seguían el guión. Muchísimos son los ejemplos que nos da la historia al respecto, pero ciertamente eran las menos, lo común era como siempre seguir el "stablishment". Había veces que no pasaba nada, las infractoras, simplemente, eran vistas como excéntricas o histéricas (pregúntenle a Freud, Lombroso; Batistelli y su grupo); otras veces, la vaina se ponía peliaguda y las quemaban en la hoguera por brujas o las apedreaban como a Hypatia (sabia griega del "club" de los sabios de Alejandría, que murió apedreada por "saber mucho para ser mujer") .

Hoy por hoy, no dejan de sorprenderme las ataduras que aun arrastramos. Digo aún, porque pudiera pensarse que a estas altura ya deberían haberse acabado muchísimos tabúes en torno a la esencia y naturaleza de ser mujer.

Puedo cómodamente culpar a los hombres-varones-machos-masculinos y decir que a ellos les conviene tenernos pisadas, pero es claro que ese cuento no me lo creería, ni siquiera yo misma.

Claro que sé que el machismo, como el racismo y cualquier tipo de discriminación no son cosas del pasado: Yo vivo con él, duermo con él, trabajo con él, es más, muchísimas veces también SOY PARTE DE ÉL.

El gobierno, como ente regulador de la conducta social de sus asociados es culpable. La sociedad en general es culpable. El mundo es culpable. Dios, si es que existe, también lo es, a lo mejor él lo planificó así y también está en la movida (total, él es hombre-varón-macho-masculino)...y así podría seguir "at infinitum" sin aterrizar en la premisa original de este escrito de que las principales culpables del machismo que aún impera somos las propias mujeres.

Cuando nosotras mismas aceptamos como correctos estándares de comportamiento y aceptación distintos para nuestros semejantes, en atención a si se es un chico o una chica, somos culpables.

Cuando "entendemos" y "aceptamos" que si un tipo (hombre-varón-macho-masculino) es infiel a la mujer..."bueno está mal, pero concluimos que, POBRECITO, él es hombre, el cuerpo se lo pide, a lo mejor su mujer no lo atendía..." (justificando siempre...como equiparando al hombre-varón-macho-masculino, con un retrasado mental), pero, ¡ay papá!, si la quemona es una mujer: esa si que, POBRECITA. De de pronto, nosotras, las mujeres, nos volvemos prolíficas literatas utilizando contra la "pérfida esa", "hija de mala madre", "perra", "cerda", "zorra", "prostituta", "quitamaridos", "culicaliente", "desgraciada", "mal rayo le parta", TODOS los adjetivos calificativos insultativos posibles, porque, que va, lo que en el hombre es un simple error (hay casos en que la "travesura" es vista como un logro o éxito) en la mujer sigue siendo (con todo y las luchas feministas, Código de la familia y todo lo que se quiera) el peor de los pecados, ahí si no importa si el tipo le pegaba, la mataba de hambre, tenía 3 queridas y 1 querido...en fin había que aguantar.

Me harta la doble moral...

Me harta que mujeres hechas, derechas y autosuficientes tengan que seguir pidiendo perdón a la sociedad por pretender no ser borregos...

Me harta que las mujeres jóvenes, adolescentes y niñas de hoy, no utilicen en su beneficio la gama de posibilidades (sobre todo en el ámbito social y tecnológico) que se abren en este momento para ellas y el acceso a posiciones y derechos que no tuvieron mi abuela, mi madre, ni yo misma...

Me harta las mujeres de cualquier edad que se comportan en sus relaciones sexuales con los hombres como si les encantara seguir siendo "carne de caperucita"...

Pero, lo cierto es que ME HARTA MÁS cuando YO misma, tengo "lapsus" mentales y OLVIDO que hombres y mujeres somos cuerpo y alma, que la belleza física es algo pasajero que los años marchita, que lo que cuenta es lo que uno ES y como se actúa y no, lo que uno tiene o quiere tener...y entonces así, olvidadiza de mis convicciones, quiero que mi hija (la Anita de mis amores) sea una BUENA CHICA, estudiosa, inteligente, virtuosa, cariñosa y todas esas cosas lindas que uno quiere para los hijos, pero no la quiero dejar jugar con los carritos y juguetes del hermano(sólo con Barbies, juegos de tés y similares, no sea que se me vuelva marimacho), ni la quiero dejar correr alegre, LIBRE Y FELIZ, como hicieron en su momento sus hermanos varones y como sé que corresponde a TODOS LOS NIÑOS DEL MUNDO (niños y niñas) ... porque, heme aquí que, a veces, madre desnaturalizada, retrógrada y porque no, "machista", razono, (repito: en el breve lapsus mental en el que caigo a veces) que "...NO SEA que mi chiquita de mis amores, corriendo se caiga, se lastime y se le afeen las piernitas...y luego ya no pueda ser Miss Universe..."

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p.d. Conste que no tengo nada contra las "Misses", reinados y esas yerbas, de hecho disfruto muchísimos los mismos (se ve cada güebada en ellos...), con ese humor negro que me caracteriza. Si mi hija cuando crezca (espero que no) quiere ser una "Miss algo..." la apoyaré, como espero poder apoyarla en todos los caminos que decida recorrer (total: la ley de la vida es caer y levantarse...y yo me he caido muchísimas veces... yo también fui víctima-participante de reinados y esas vainas y acá estoy despotricando contra lo superfluo, jajajaja).

Lo cierto es no vale la pena restringir vivencias, alegrías y experiencias, necesarias para la formación de seres humanos íntegros, en aras a continuar dignificando fetiches autoimpuestos por una sociedad donde el como nos vemos es sinónimo de como somos o como pensamos.

3 comentarios:

Nicolás Colque dijo...

buen post, buen blog, saludos

abril en paris dijo...

Somos una pura contradicción, no te quepa duda,
y por eso te comprendo y suscribo todo lo que dices, con ese " verbo " tan esplendido que usas.

Un saludo desde España

Anayansi Acevedo dijo...

¡¡¡¡GRACIAAAAAASSSSS!!!!