siento tu respiración todavía agitada
Y me transformo en un
ser etéreo e invisible,
de mente caprichosa.
En el aire dibujo el rictus
que marca,
en tus labios, la curva de una sonrisa.
Rendido ahora,
te recuerdo, hace
poco vigoroso, morir y renacer a mi
lado.
Y percibo el olor del amor impetuoso,
libre y sano,
todavía impregnándolo
todo.
A veces, en la
noche, cuando estás dormido,
no me deja dormir el recuerdo de los recientes gozos.
Satisfecha sonrío,
te beso los parpados
y afloran del alma,
nocturnos y amorosos versos.
Es cuando surgen,
entre las sombras,
de mi garganta, nuevas melodías
que dormido te canto
y que auguran mejores días, dichas y esperanzas.
A veces, en la noche,
cuando estás dormido,
me sofocan, aunque haya brisa, tropicales calores.
Deambulo sola por la casa,
como fantasma ebria de sabores,
resabios impetuosos de otoñales amores,
que lograron el milagro de la felicidad,
con sólo adivinarte:
ingenuo, frágil, perdido entre las sábanas.
Y así, dormido,
rescatarte,
beberte,
emborracharme
y saciarme de ti eternamente.
Publicado originalmente el sábado, 6 de noviembre de 2010
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