sábado, 25 de febrero de 2012

...y que vivan estos 40s, CARAJOOOO!!!!!!!


....8 y 47 de la noche,  bóxers y ”sueter” viejo, gastado de cuyo color original ya no me acuerdo.  Anteojos para leer,  anteojos para escribir,  anteojos para manejar.  A los 40,  los anteojos se volvieron imprescindibles.  Prueba irrefutable  de que el tiempo no perdona y que mis niveles de azúcar se volvieron locos este año.  Las deficiencias en la visión son consecuencias o síntomas  que hay que tomar en serio ,  sobre todo cuando se tiene predisposición genética a sufrir de diabetes.

La casa está limpia y ordenada.  Hoy vino la señora que me ayuda a poner orden en el caos doméstico,  eso siempre es maravilloso.  Estreno computadora portátil .  Los chicos bañados y limpios,  ya cenaron,   miran la tele.  En este momento escribo un discurso para un amigo importante (eso también me hace sentirme importante a mi).  Hace un rato  terminé un poema que se llama “Orgullo Istmeño”,  me gustó,  no está lacrimoso,  como algunos de recientes tiempos borrascosos.  Seguro que es parte de la inspiración por las fiestas patrias que se acercan,  también es prueba de que me estoy desaguebando.

 Acabo de parar de hacer mis deberes serios,  para reírme solita,  como quien se ríe por las diabluras;  y es que resulta que  mi hija Ana de 5 años,  empezó  a planear desde ya,  con quien va a bailar en sus quince años.  Igual me dice que primero se va a poner una pollera,  para bailar típico y luego un vestido de princesa,  con tul,  rosado,  por supuesto.  Me ha hecho sonreir.  Me transporto en el tiempo y el espacio e imagino a mi bebita con sus ojos traviesos,  su cabeza llena de rulos color miel y un hermoso vestido de princesa de cuentos de hadas.  El Danubio azul como fondo musical y yo,  boba, llorando feliz.  Mi bebita,  mi Anita.   Esa niña es un verdadero “caso”.  Sonrio,  soy feliz.

Entre estas escribideras  y sueños de crinolina rosa, que van y vienen como mis ansiedades pre menopáusicas,    mi Dulcineo me ha escrito un par de chats hermosos, los  que leo y releo;  y,  sonrío de nuevo.  Escucho a Richard Clayderman primero y luego música pop de los 80s ,  sonrío y me siento bien .

En noches como estas disfruto tanto el estar en casa.  Realmente me siento bien. Quiero sentirme así siempre.  Trabajar todo lo que pueda y sea necesario para sentirme así de tranquila mientras esté viva.  Tomar las cosas buenas que me da la vida, recibir y repartir amor a mis hijos, a mis amigos,  a mi familia y a un hombre bueno,  algo loco y sencillo,   sin complicaciones,  en paz y sin cargos de conciencia por sentirme bien,  sin recriminarme por ello y aceptar los problemas con sabiduría para resolverlos cuando se pueda;  y cuando no,   pues no “morirme” por ello.

Hoy hice un montón de vainas:  anduve por los juzgados,  fui a una feria escolar de la escuela de Luisito,  conseguí un cliente nuevo que se quiere divorciar, ojalá no se arrepienta,   cerré una transacción judicial-laboral favorable para un buen cliente,    conversé con varios de mis amigos más queridos,  almorcé comida italiana  del restaurante de Tato,  con mi madre y los chicos,  chiquitos;    y ahora en la noche,   me acabo de comer un pedazo  de pastel con un vaso de leche con un ansia feroz y obscena…lo que pasa es que estaba tan delicioso.  PERO,  luego que el mismo reposara feliz y amorfo  en mi estómago y en proceso de disolución entre mis jugos gástricos, me entra la angustia boba,  esa que me da cuando hago cagadas a propósito,  por joder.   PERO,  como pasa siempre,  se me quita rápido.  A lo hecho,  pecho…  mañana será otro día.   MAÑANA comeré ensaladas, yerbas, vainas sancochadas  y  me tomaré todos los cafés amargos,  para balancear mi inestable azúcar.

… pero…SIEMPRE HAY UN PERO…no todo es color de rosas.

Primera cagada:  me salió defectuosa una escritura  pública que necesitaba tener lista hoy.  Corregirla significa atraso y tal vez un cliente molesto.  Aprendizaje:  No prometas lo que no dependa de ti.

Cero y van dos:   La cabrona impaciente que vive en mi,  sacó las garras y atacó después de mucho tiempo de inactividad.  Mi socio que es un tipazo y un gran amigo,  estaba un poco “intenso” y necio con unos asuntos laborales mutuos y en venganza,  para estresarlo a propósito,   me le perdí desde el viernes.  No contesté sus llamadas, ni correos.   Hoy me tuve que aguantar su cara larga y recriminaciones por un rato,  hasta que,  me arrepentí de mis desmanes y lo contenté con un resultado inesperado para un asunto que le interesaba mucho.  Moraleja;  aceptar las diferencias y respetarlas nos hace mejores seres humanos.

La otra trastada del día:  EL CARRO.  El carro tiene un “chimi” en el timón o la dirección o algo así.  El “chimi” le empezó luego de caer en un cráter a la salida del corredor sur,  en uno de mis periplos cotidianos por las arterias viales de la ciudad.  La vaina es que tiembla apenas le meto el pie al acelerador;  y debo llevarlo a reparar;  lo bueno es que asì no puedo andar de loca, corriendo,  cual Fitipaldi criolla,  ni  “desaforada” pasando semáforos en amarillo (o rojo L)… Igual,  con los señores tranques de la capital,  imposible acelerarse mucho,  aunque se quiera…bueno,  los autobuses “Diablos rojos”  siempre se la ingenian para regatear,  desbocarse y sacar el cobre…pero yo aún no llego a esos extremos,   espero no llegar nunca.  Aprendizaje:  atrévete a ser mujer “macha” y cómprate  un helicóptero para ir a trabajar.  Los carros son obsoletos.

Como corolario de todo,  como siempre digo:  TODO lo malo SIEMPRE tiene algo bueno…eso es seguro.  Que filosófica y juiciosita me estoy volviendo ahora que pasé los veinte (jajajajaja…por dos).

Lo único  seguro,  aparte de que todos nos vamos a morir algún día,   es que  hay tantas cosas por hacer mañana… mañana….mañana:  MAÑANA será otro día y seguramente,  si amanezco respirando,   será un día  maravilloso.  Amén.


Publicado originalmente el 21 de octubre de 2010.

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