
La casa está limpia y ordenada. Hoy vino la señora que me ayuda a poner orden
en el caos doméstico, eso siempre es
maravilloso. Estreno computadora
portátil . Los chicos bañados y limpios, ya cenaron,
miran la tele. En este momento
escribo un discurso para un amigo importante (eso también me hace sentirme
importante a mi). Hace un rato terminé un poema que se llama “Orgullo
Istmeño”, me gustó, no está lacrimoso, como algunos de recientes tiempos
borrascosos. Seguro que es parte de la
inspiración por las fiestas patrias que se acercan, también es prueba de que me estoy
desaguebando.
Acabo de parar de
hacer mis deberes serios, para reírme
solita, como quien se ríe por las
diabluras; y es que resulta que mi hija Ana de 5 años, empezó
a planear desde ya, con quien va
a bailar en sus quince años. Igual me
dice que primero se va a poner una pollera,
para bailar típico y luego un vestido de princesa, con tul,
rosado, por supuesto. Me ha hecho sonreir. Me transporto en el tiempo y el espacio e
imagino a mi bebita con sus ojos traviesos,
su cabeza llena de rulos color miel y un hermoso vestido de princesa de
cuentos de hadas. El Danubio azul como
fondo musical y yo, boba, llorando
feliz. Mi bebita, mi Anita.
Esa niña es un verdadero “caso”.
Sonrio, soy feliz.
Entre estas escribideras
y sueños de crinolina rosa, que van y vienen como mis ansiedades pre
menopáusicas, mi Dulcineo me ha
escrito un par de chats hermosos, los
que leo y releo; y, sonrío de nuevo. Escucho a Richard Clayderman primero y luego
música pop de los 80s , sonrío y me
siento bien .
En noches como estas disfruto tanto el estar en casa. Realmente me siento bien. Quiero sentirme así
siempre. Trabajar todo lo que pueda y
sea necesario para sentirme así de tranquila mientras esté viva. Tomar las cosas buenas que me da la vida,
recibir y repartir amor a mis hijos, a mis amigos, a mi familia y a un hombre bueno, algo loco y sencillo, sin complicaciones, en paz y sin cargos de conciencia por
sentirme bien, sin recriminarme por ello
y aceptar los problemas con sabiduría para resolverlos cuando se pueda; y cuando no,
pues no “morirme” por ello.
Hoy hice un montón de vainas: anduve por los juzgados, fui a una feria escolar de la escuela de
Luisito, conseguí un cliente nuevo que
se quiere divorciar, ojalá no se arrepienta,
cerré una transacción judicial-laboral favorable para un buen
cliente, conversé con varios de mis
amigos más queridos, almorcé comida
italiana del restaurante de Tato, con mi madre y los chicos, chiquitos;
y ahora en la noche, me acabo de
comer un pedazo de pastel con un vaso de
leche con un ansia feroz y obscena…lo que pasa es que estaba tan
delicioso. PERO, luego que el mismo reposara feliz y
amorfo en mi estómago y en proceso de
disolución entre mis jugos gástricos, me entra la angustia boba, esa que me da cuando hago cagadas a
propósito, por joder. PERO,
como pasa siempre, se me quita
rápido. A lo hecho, pecho…
mañana será otro día. MAÑANA
comeré ensaladas, yerbas, vainas sancochadas
y me tomaré todos los cafés
amargos, para balancear mi inestable
azúcar.
… pero…SIEMPRE HAY UN PERO…no todo es color de rosas.
Primera cagada: me
salió defectuosa una escritura pública
que necesitaba tener lista hoy.
Corregirla significa atraso y tal vez un cliente molesto. Aprendizaje:
No prometas lo que no dependa de ti.
Cero y van dos: La
cabrona impaciente que vive en mi, sacó
las garras y atacó después de mucho tiempo de inactividad. Mi socio que es un tipazo y un gran
amigo, estaba un poco “intenso” y necio
con unos asuntos laborales mutuos y en venganza, para estresarlo a propósito, me le perdí desde el viernes. No contesté sus llamadas, ni correos. Hoy me tuve que aguantar su cara larga y
recriminaciones por un rato, hasta
que, me arrepentí de mis desmanes y lo
contenté con un resultado inesperado para un asunto que le interesaba
mucho. Moraleja; aceptar las diferencias y respetarlas nos
hace mejores seres humanos.
La otra trastada del día:
EL CARRO. El carro tiene un
“chimi” en el timón o la dirección o algo así.
El “chimi” le empezó luego de caer en un cráter a la salida del corredor
sur, en uno de mis periplos cotidianos
por las arterias viales de la ciudad. La
vaina es que tiembla apenas le meto el pie al acelerador; y debo llevarlo a reparar; lo bueno es que asì no puedo andar de loca,
corriendo, cual Fitipaldi criolla, ni
“desaforada” pasando semáforos en amarillo (o rojo L)… Igual, con los señores tranques de la capital, imposible acelerarse mucho, aunque se quiera…bueno, los autobuses “Diablos rojos” siempre se la ingenian para regatear, desbocarse y sacar el cobre…pero yo aún no
llego a esos extremos, espero no llegar
nunca. Aprendizaje: atrévete a ser mujer “macha” y cómprate un helicóptero para ir a trabajar. Los carros son obsoletos.
Como corolario de todo,
como siempre digo: TODO lo malo
SIEMPRE tiene algo bueno…eso es seguro.
Que filosófica y juiciosita me estoy volviendo ahora que pasé los veinte
(jajajajaja…por dos).
Lo único seguro, aparte de que todos nos vamos a morir algún
día, es que hay tantas cosas por hacer mañana…
mañana….mañana: MAÑANA será otro día y
seguramente, si amanezco
respirando, será un día maravilloso.
Amén.
Publicado originalmente el 21 de octubre de 2010.
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